Todavía conservo en mi
recuerdo
la seda en arco iris de
tu falda,
al girar espontánea,
como vuelan y giran las
brisas infantiles;
igual que el suave paso de una
mariposa,
que trae, con su
presencia, el toque de su marcha.
Tuviste la belleza
de una fugaz estrella
de verano; pues estrellas risueñas
son de siempre los ojos
de la infancia.
Un paso de reloj,
inadvertido,
me avisó de lo breve de
tu estancia.
Apenas
Se pudo atesorar, unir
tu historia
con la mía, que te
esperó anhelante.
Tu paso abrió las
puertas de mi ensueño:
¡Tantas veces no
podemos cumplir nuestros sueños…!
Me hubiera consolado
retenerte
algo
más;
que no fueras un paso
de cometa
por mi cielo,
tan
breve
como lo ha sido el
toque de tus dedos al piano.
Y añoro lo que no llegó
a pasar:
Leer contigo.
Cantar.
Contarte
un cuento.
Ver dos lagos posarse entre las páginas tranquilas
de algún libro. Sentir
el cruce
de dos vidas. Como los
amistosos rieles de un tranvía.
Habitar una vez en tu
recuerdo.
Seguir tu
huella
acompasada con la
huella mía.
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24-08-2008