¿Dónde
yace escondida el alma de la gente?
¿Dónde
empieza su historia y traza su camino?
En
el modesto barro que humea lentamente,
y
en pequeños senderos donde vive el espino.
¿Quién,
testigo del tiempo, mira pasar la nube
y
apresa con sus hojas las alas de la brisa?
El
loto inmaculado, que en el silencio sube
de
los cienos de Oriente, con búdica sonrisa.
Y
perfuma Occidente con su aroma, la Rosa,
su
cáliz como alada y fugaz mariposa,
de
añoranzas sutiles y cárdeno rubor.
Y
aunque en cerco espinoso figure reina altiva,
la
Rosa del Camino espera, compasiva,
que
oigas la voz del alma que habita su interior.
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19-11-2005
(Para una
Exposición de Felipe Juan)