Hora de infinitud
atardecida;
tiempo en que el alma crece
y se revela;
el mundo real se apaga y
desangela
en brazos de la noche
adormecida.
Buscaba la palabra que,
escondida,
del bullicio exterior, tal
vez recela;
y en la sombra el secreto
se desvela,
y ya la encuentro al darla
por perdida.
Muda. En su frente, impreso
lleva el sello,
esperando una mano que lo
abra
orando en soledad de
monasterio.
Y al coser el tapiz, surge
el destello;
bordo como un tesoro la
palabra,
y mirando el envés, miro el
Misterio.
---ooOOOoo---
23-03-2006
( Para Alejandro Dieppa,
poeta canario )