Calcetines en par, que dais ayuda,
hermanados a dos; y en dos doblados,
dormís en el cajón, casi olvidados,
esperando una mano que os sacuda.
No se os mira, a no ser que los colores
hayan de combinarse con presteza;
y aliviáis el helor
de la pobreza,
lo mismo que la fiebre y los temblores.
Prestáis cuidados y amoldáis el gusto
al dueño de los pies, que son servidos
sin mirar si algún día estáis cansados.
Y nunca pensarán en vuestro susto
si llegáis a la noche poseídos
del fuerte aroma de unos pies sudados.
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16-06-2012